Es una historia auténtica, que sucede en Paris, no en el café Daguerre, Paula, café muy agradable y vivo pero nada barato, ubicado en uno de los barrios populares que tratan de sobrevivir a pesar de la bulimia destructiva de los Corsos y Correzianos que se han apropriado de la capital, y donde el escritor de esas lineas hace su trabajo de escritor, pero en un lugar emblemático del comercio internacional : un supermercado de la cultura ofreciendo a todos CD, libros, cámaras, televisores y otros aparatos necesarios para el hombre moderno (¿y para la mujer también?).¡Qué frase!, ¿no?
¿Y la historia, me dices? Aquí está, impaciente Paulita.
Los Orichas de Cuba, Chango, Orula, Ochún (mi preferida), y otros han decidido invadir el viejo mundo; la compañía del barbudo senil siendo pesada. Y como el racionalismo europeo no los podria aceptar en su forma divina, esplendida y monstruosa, se disfrazaron en cuatro raperos, jovenes y pelo corto, vestidos de sobrantes militares, no sé de que ejercito, bailando ritmos mestizos.
En primer lugar, los Franceses los consideran como un grupo normal, escuchan con simpatía. Pero cuando los cantantes empiezan "Chan Chan", ¿te das cuento, Paulita, "Chan Chan" en rap!?, es demasiado tarde, no pueden escapar de la magia de los orichas, de la música cubana. Una fiebre extraña los toma, irresistible, desaparecen los supermercados, la televisión, los cafés poco baratos.
Sólo reina el son.
